Time/timig


El tiempo es una unidad indescifrable y compleja,  constituye la plataforma sobre la cual giran  los acontecimientos que componen nuestras vidas, ya que este transcurre incesantemente sin detenerse, independientemente de nuestra percepción sobre su velocidad.  El tiempo rige y determina  todo lo que representa nuestra vida cotidiana, el reloj nos va indicando que  actividad debe realizarse en ese determinado momento, es el responsable de lo que acontece, hora de despertarse, de estudiar, de trabajar , de salida, la hora pico, hora de la comida, horas de ejercicio, la hora de la cita, el horario de la cartelera. A esto habremos de sumarle su inseparable juez el cual emite el veredicto, puntual e impuntual,  y así continua la cadena  de registros, con fechas en el calendario, meses, años, décadas, siglos y milenios.
Según estudios psicológicos, mientras el acontecer sea placentero, consideraremos que el tiempo se ha esfumado sin apenas poder captarlo, de lo contrario cuando la realidad únicamente ofrece momentos  de pesadumbre o amargos,  desearemos que este avance más de prisa, preguntándonos hasta cuando.
Esto me lleva a pensar en los procesos, los cuales serían la conjunción de un tiempo indefinido que nos llevará hacia un determinado cambio, generalmente suelen ser lentos, ya que conllevan un sin fin de ensayos y errores para lograr asimilar y cambiar de posición. Me pregunto cuantos procesos llegamos a sufrir a lo largo del tiempo, en un primer lugar podernos nombrar cinco, ya que son cinco etapas las que tendremos que recorrer desde el nacimiento hasta la muerte. Cada vez que brinquemos de la niñez  a la adolescencia o de la juventud hacia la madurez  y así sucesivamente, nos daremos cuenta de que somos el resultado de un proceso del cual se ha encargado el tiempo, el  envejecimiento, y cuando por fin podamos percibirlo en nuestro cuerpo, daremos con una de las cuestiones más terribles del tiempo, el hecho de que este jamás regresa y jamás regresaremos atrás, ya que este avanza de manera lineal.
La ficción se ha alimentado innumerables  veces de esta constante imposible, maquinas que viajan en el tiempo, y llevan a sus personajes a momentos anteriores de los cuales solo tenemos noticia por las interpretaciones de la historia, las imaginamos y las tratamos de recrear o quizás intentamos visualizar un futuro incierto, que si en realidad pudiéramos verlo quizás nos aterraría, ya que desconoceríamos el proceso que nos llevo hasta ese sitio, dándonos a entender la importancia de vivir todo a su tiempo.
Sin embargo, a pesar de que no podemos controlar la velocidad del tiempo, más que a través de engaños de la percepción, si podemos utilizarlo a nuestro favor, sabiendo aprovecharlo, disfrutándolo  por una parte y trabajándolo por el otro. Si lo adelantamos, nos habremos perdido de una etapa que tenía un propósito y esta vendrá a cobrársela a la vida a destiempo, alguna vez habremos visto una ridícula imagen, de un adulto intentando vivir su adolescencia privada.
Así mismo no podemos dejar que corra el tiempo, con el sólo propósito de disfrutarlo sin trascendencia, ya que habremos perdido tiempo de construir  un futuro y encontraremos la triste imagen de un adulto sin rumbo fijo, que vive en una adolescencia tardía.
Pero oh! Como nos  gustaría regresar a este o aquel momento cuando todo era distinto, añoramos y anhelamos los que nos ha ido quitando el tiempo, sin embargo tendremos que aceptar que ha pasado el tiempo y somos distintos; todo pasó, todo cambió, la vida y el tiempo jamás serán estáticos. Si quedamos fijados en los recuerdos, no podremos apreciar lo bueno que nos ofrece la vida en este preciso momento y más tarde lamentaremos no haber sabido aprovechar el tiempo.

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