Psicólogos Escolares de Adolescentes, ¿Dónde están?




Hoy en día la gran mayoría de las escuelas particulares en México, cuentan con un departamento en el mejor de los casos, una o dos personas  responsables de grado o simplemente un psicólogo escolar por área. Ellos son los responsables de atender las necesidades y dificultades de los alumnos  tanto de índole académica como emocional; para eso se crearon estos puestos.

En este artículo me gustaría hablar específicamente de las funciones, los retos, las dificultades y los grandes errores que suelen cometer  los psicólogos escolares encargados del área emocional. Ellos conforman una de las piezas  fundamentales para el pleno desarrollo de los alumnos y al no llevar a cabo adecuadamente esta labor, pueden presentarse consecuencias graves, sobre todo cuando se trata de los adolescentes de hoy en día.

Quisiera abordarlo desde diferentes perspectivas, como antigua psicóloga escolar encargada del área emocional de secundaria y prepa, como psicoterapeuta de adolescentes  y  como amiga de una madre con una hija adolescente. Así mismo no quisiera generalizar, ya que reconozco a muchos colegas que realizan una labor  excepcional en nuestras escuelas.

Sin embargo percibo últimamente, que muchos psicólogos escolares  minimizan la importancia de dar un adecuado seguimiento que englobe la detección, apoyo y adecuada comunicación, de casos que pudieron haber tenido un desenlace muy diferente,  si la función de estos hubiera estado presente.

A que me refiero cuando hablo de esto, a lo que están presentando nuestros adolescentes hoy en día; me parece que la famosa serie  “13 Reasons”  alcanza a ejemplificar de manera acertada estos temas, ya que a pesar de desarrollarse en un contexto norteamericano,  esto también ocurre en nuestro escenario.

Redes sociales que dificultan las relaciones en esta etapa, abuso de alcohol, drogas y una sexualidad cada vez más temprana con la imposibilidad de manejarla de manera adecuada y lo más importante: la facilidad para autolesionarse, acompañado de una gran dificultad para manejar las emociones que se encuentran en ebullición en la adolescencia.

Me gustaría para ello hablar del caso de María, si la hija de aquella madre adolescente que menciono; la cual se encuentra viviendo dentro de este contexto a sus 13 años de edad, estudia en una escuela privada de la ciudad de México, con una psicóloga escolar, con una psicoterapeuta externa, unos padres presentes y muchas amistades que la rodean generando una fuerte red de apoyo.

María ha venido atravesando diferentes dificultades  y como cualquier adolescente ha caído  presa en todas las cuestiones que anteriormente he mencionado, hasta que un buen día bajo sus calificaciones, reprobó cuatro materias y se le denegó la reinscripción al siguiente año escolar, viéndose ante la posibilidad de repetir el año con compañeros de 11 y 12 años de edad, cuestión catastrófica para ella si consideramos el nivel de madurez y que María cuenta plenamente con la capacidad cognitiva de pasar al siguiente nivel.

Antes de llegar a este punto hubieron juntas escolares en donde estaban presentes las 3 partes :  sus padres, la psicóloga escolar  y el director de la escuela . Si,  se les informo con anterioridad  que iba bajando de calificaciones, sin embargo jamás hubo una verdadera comprensión del caso.

Se optó por parte de la escuela en aumentar las medidas coercitivas para la alumna, se enjuicio a los padres, jamás hubo comunicación con su terapeuta para comprender el comportamiento de María, la psicóloga escolar  tampoco tuvo comunicación con ella y al evaluarla para terminar el año únicamente se tomaron en cuenta cuadernos y proyectos, dejándola sin alternativas.

A partir de este momento, los padres de María intentaron hacerle enfrentar las consecuencias,  reprendiéndola, buscando opciones tanto para cursar las materias como para conseguir otra escuela. Finalmente María acude a una fiesta, espacio donde logra desahogar sus frustraciones  a través de la socialización y el alcohol como todos los demás. Al regresar a casa se encierra en su habitación y minutos más tarde acuden a la puerta varios de sus compañeros para comunicarle a sus padres que María se corto las muñecas y se está desangrando, ¿Cómo lo supieron sus amigos? A través de una foto vía whaatsapp.

Terminan atendiéndola en urgencias para posteriormente internarla en un hospital psiquiátrico, donde afortunadamente recibió la atención adecuada y especializada que la ayudo a hacerle frente a su situación, con un plan de acción posterior, en donde todo su entorno de alguna manera estará involucrado.

No intento minimizar ni descartar sus propios recursos emocionales , su historia y dinámica familiar, los cuales también contribuyeron en esta situación; pero si resaltar que la función de detección, apoyo y comunicación por parte del psicólogo escolar , pudo haber evitado que tanto Maria (caso real)como en el caso hipotético de Hannah  (“la serie 13 reasons), llegaran a ese desenlace.

Es por ello que considero la tarea de los psicólogos escolares emocionales es de vital importancia, porque ellos si están presentes y expuestos al menos al 50%  de vida de los estudiantes;  esto les confiere una gran responsabilidad para comunicar lo que está ocurriendo, a pesar de que no estar en sus manos  resolver la situación por completo.

¿Pero qué ocurre, porque la mayor de las veces  no se lleva a cabo la labor del psicólogo escolar de manera efectiva? 
Porque muchas escuelas cuentan con estos puestos de trabajo sin tener expectativas claras sobre el trabajo que le demandan a sus psicólogos. Se les busca para apagar incendios, para a hacerse cargo de cuestiones de conducta que les conciernen a otros representantes de la escuela, para justificar frente a los padres de familia cuando los alumnos no presentan comportamientos adecuados según la ideología de la escuela o bien los llaman para comunicar cuestiones irrelevantes sobre su vida social, moral  y hasta adoctrinar sobre cuestiones  familiares que están  fuera de su alcance .

Finalmente muchos si logran aconsejar a los alumnos, pero en muchas ocasiones sin dar un verdadero seguimiento, tomando en cuenta los múltiples  factores involucrados en el caso. Otros  omiten referirlos, cuando la situación rebasa los alcances de la escuela y necesitan un apoyo externo  de un especialista y en última instancia  comunicar u observar cuando el tratamiento externo no está dando los resultados esperados.

Pero este es un fenómeno que también se encuentra afectado desde la parte de las instituciones, ya que muchas escuelas prefieren contratar psicólogos recién egresados o poco especializados, sin ofrecerles al mismo tiempo un plan de crecimiento continuo que los provea de supervisión, mayores estudios o un salario adecuado. El resultado, psicólogos poco comprometidos, preparados o que optan por abandonar sus puestos de trabajo para dedicarse a la clínica privada que ofrece mejores retribuciones económicas o condiciones de trabajo.

Nuevamente quisiera aclarar que no ocurre en todas las escuelas, pero si en un gran porcentaje de ellas, las cuales no solo cobran colegiaturas altas, sino que prometen ofrecerles a los padres de familia un lugar seguro para el bienestar y desarrollo de sus hijos.

 Creo que tanto como sociedad, padres de familia, instituciones escolares y profesionales de la salud mental debemos cuestionarnos la importancia y responsabilidad social, de llevar a cabo nuestra labor de manera profesional, ya que queda en nuestras manos el futuro de las nuevas generaciones, las cuales están buscando salidas desde el lado mortífero de la adolescencia, al no encontrar alternativas de vida con quienes si pueden apoyarlos.

Psic. Cecilia Alcocer

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